Policiales

Usaron una parroquia como taller clandestino para desmantelar un auto en Pergamino

Delincuentes con absoluta impunidad desarmaron un auto dentro del patio de la parroquia San Cayetano, en pleno barrio 12 de octubre. En dos etapas y sin dejar rastros, se llevaron la batería y luego las ruedas traseras del vehículo. La indignación en la comunidad crece.

  • 30/05/2025 • 10:00

Ni los templos se salvan: usaron una parroquia como taller clandestino para desmantelar un auto en Pergamino

Delincuentes con absoluta impunidad desarmaron un auto dentro del patio de la parroquia San Cayetano, en pleno barrio 12 de octubre. En dos etapas y sin dejar rastros, se llevaron la batería y luego las ruedas traseras del vehículo. La indignación en la comunidad crece.

Redacción del Diario Tapa Del Día – Ni la fe ni las paredes sagradas alcanzaron para frenar a los ladrones. En un episodio tan insólito como indignante, un grupo de delincuentes convirtió la parroquia San Cayetano en el escenario de un desarme exprés, a metros del altar y sin que nadie lo advirtiera.

La víctima había estacionado su Ford Fiesta frente al templo, confiado en que estaba dejando su vehículo en una zona segura. Sin embargo, al regresar una hora después, descubrió que la batería había sido robada. Incapaz de encender el auto, pidió permiso para resguardar el vehículo en el patio de la iglesia, creyendo que al menos ahí estaría a salvo hasta resolver el problema.

Pero lo peor estaba por venir. Al amanecer, una voluntaria de la parroquia lo llamó para informarle lo impensado: durante la madrugada, los delincuentes volvieron al lugar y, con total calma, desatornillaron las dos ruedas traseras del auto. Ni un ruido, ni un testigo, ni una cámara de seguridad. El auto quedó apoyado en el piso. La escena era digna de una película de humor negro, pero ocurrió en pleno corazón del barrio 12 de octubre.

Las autoridades aún no tienen pistas firmes. El caso preocupa no solo por el grado de impunidad con el que se actuó, sino por el simbolismo del lugar. El atraco se produjo dentro de un espacio religioso, donde cientos de vecinos se congregan todas las semanas en busca de paz, no de crímenes.

En diálogo con TAPA DEL DÍA, algunos vecinos manifestaron su indignación y alertaron sobre la creciente ola de robos en la zona. “Ni en la casa de Dios estamos seguros”, se lamentó una feligresa habitual de la parroquia.

Para muchos, el hecho no solo refleja el nivel de inseguridad en la ciudad, sino también una pérdida de respeto por todo lo que alguna vez fue considerado sagrado. La pregunta que flota ahora entre los vecinos es clara: si ya no hay límites, ¿qué sigue?

Opinión pública: este tipo de episodios marcan una peligrosa naturalización del delito en Pergamino. Cuando ni las iglesias logran disuadir a los ladrones, es evidente que el miedo ha cambiado de bando. El silencio, la impunidad y la ausencia de respuestas visibles deben preocupar tanto como el robo en sí.

Fuente: TAPA DEL DÍAwww.tapadeldia.com